viernes, 31 de julio de 2009

El Chupacabras en Camilo Olavarría


Por ARCA

Se dice que el Chupacabras es un animal vampiro, producto de un ensayo de laboratorio de los gringos. Que se habría escapado de su jaula, para ir a recorrer la América latina.
Sólo se conocen sus andanzas, las que, de vez en cuando, aparecen en las noticias, pero no ha sido reconocido oficialmente por alguna entidad.
Se dice que lo han visto pasar velozmente, pero nunca ha sido atrapado. Así nadie le ha sacado fotografías o grabado en acción. Sólo alguna vez han aparecido imágenes, de lo que se cree ser un Chupacabras, en programas de televisión o diarios.
La característica principal de este animal, o lo que sea, es que chupa la sangre de las aves de corral, que es veloz, salta muy alto y es tan silencioso, que ni los perros ladran cuando está en pleno festejo.
En el sector llamado de los Huertos Familiares, ubicado entre las casas de la Población Camilo Olavarría y el mar, se ha publicitado que el Chupacabras ha visitado varios gallineros dejando regados unas veinte o cuarenta aves en una sola noche. Nadie ha sentido nada, ya que ni siquiera los perros han ladrado. ¿Será que han callado de susto?
Pedro, un vecino de dicho sector, amigo mío, es un activo miembro del Club deportivo del sector. Ese año, el Club y su equipo disputaban el Campeonato logrando coronarse campeones.
Para celebrar el magno evento como corresponde al título logrado y, como siempre, los clubes de barrios no cuentan con fondos, se juntaron a planificar y discutir cómo conseguirían los dineros. Acordaron hacer una colecta, con lo que reunieron lo suficiente para comprar un saco de cholgas para el consabido curanto. Pero faltaban las carnes.
Quedaron de acuerdo en consultar en sus casas sobre la posibilidad de contar con algunas aves y otros, con algún chanchito o corderito. Pero, nunca falta uno que razona, diciendo: -No, amigos, las mujeres no van a cooperar con nuestra celebración, porque van a argumentar que es un pretexto para «irse de tomatera».
-Entonces-, dijo otro, vamos a robarnos los animalitos. Entre cincuenta gallinas no se va a notar que faltan algunas. Les echamos la culpa a los ladrones por la falta del cordero y del chanchito.
Como la fiesta iba a ser día sábado, Pedro aprovechó que el viernes la esposa iba a la Iglesia, para llevarse 10 pollonas y dejarlas en el Club, al lado de otro que llevó un chanchito lechón. Hecho lo cual, se fue a esperar a la señora.
Al día siguiente, la familia despertó a los gritos de la esposa llamando espantada a su marido: -¡Uy! ya descubrió el robo, se dijo Pedro.

Con su mejor cara de santo, se acercó al gallinero a escuchar el relato: Ella había ido a soltar las aves para darles el grano, pero estaban todas muertas, despedazadas, sin sangre.
El Chupacabras había colaborado con la fiesta del Club.

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